Muchas veces en nuestro caminar cristiano nos confundimos y nos desviamos de la carrera que individualmente como creyentes tenemos que correr.

Y hay algo bien importante que tenemos que entender.

El cristianismo no es una carrera de velocidad, sino una carrera de resistencia.

No importa como tu hayas empezado la carrera lo importante es como la terminas.

Quizás en el camino hemos tenido que hacer varias paradas, pero no importa las paradas que hagamos, lo que importa es que lleguemos a la meta, que lleguemos a nuestro destino.

Que no nos demos por vencidos, que sigamos insistiendo hasta obtener aquello por lo que hemos estado luchando.

Tenemos que entender que Dios es un Dios de tiempos y en sus manos están nuestros tiempos.

No es en las manos de Satanás, ni en las manos de ningún demonio, ni en manos de ninguna de nuestras circunstancia, ni en manos de ningún hombre, ni en manos de ninguna mujer.

Sino en las manos del Dios creador de los cielos y la tierra, que nos creo en la palma de sus manos y diseñó un plan para nuestras vidas.

Otra cosa que tenemos que entender es que El no hace acepción de personas y a todos nos da la oportunidad de que tengamos un tiempo oportuno para que nos llegue la bendición.

Eclesiastes 9:11

11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.

Pero para eso tenemos que ser como los hijos de Isacar que eran entendidos en los tiempos. Ellos conocían los tiempos de Dios y se movían en ellos con sabiduría y obediencia.

Tu y yo tenemos que estar alertas para que cuando llegue nuestra oportunidad no la dejemos pasar y nos quedemos fuera de la bendición.

No dejes que nada ni nadie te desenfoque. Porque muchas veces quitamos la mirada de nuestra visión y la ponemos en la visión de otros, nos entretenemos y atrasamos el plan de Dios para nuestras vidas.

Se nos olvida que Dios es un Dios personal y que cada uno de nosotros tenemos un propósito individual y Dios quiere llevarnos a nuestro destino para que podamos cumplir con ese propósito.

Que tremendo es poder decir como el Apóstol Pablo he corrido mi carrera he llegado a mi meta, cumplí con lo que se me encomendó.

2 Timoteo 4:6-8

6 Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.  7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

Sabes que es vital para poder llegar y acabar la carrera que Dios tiene para cada uno de nosotros???.

  1. Tienes que olvidarte de lo que esta detrás.      Tienes que romper con el pasado.
  2. Tienes que extenderte a lo que esta delante.   Mantén tus ojos en Jesús.
  3. Tienes que seguir hasta alcanzar tu meta.     Decide cumplir con tu propósito.

Filipenses 3:12-14

12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

 

Espero que hoy hagas la decisión de no volverte atrás y seguir hacia delante para poder llegar a tu destino.

Despojate de todo peso que te impida correr tu carrera.

Mantente enfocado (a) no quites la mirada de Jesús para que puedas caminar sobre las aguas de las palabras proféticas que Dios te ha ido dando poco a poco para formar tu carácter y tu llamado.

Si quitas la mirada de Jesús, las aguas de este mundo te van a querer cubrir, te van a querer destruir.

Tomate de la mano de Dios y no lo sueltes hasta que no te bendiga como hizo con Jacob.

Bendiciones !!!!!!!

Gisela Soriano